Scotland Yard y el robo del nenúfar enano

Como si de una novela del famoso detective Sherlock Holmes se tratara, una mano invisible se ha llevado el nenúfar más pequeño del mundo del estanque de Kew Gardens (Londres).

La exclusividad de la planta ha hecho que el mismísimo Scotland Yard haya puesto a sus agentes a investigar el enigma de la desaparición de esta especie conocida popularmente como nenúfar enano.

“El nenúfar no tiene precio”, advertía Richard Barley, director del Departamento de Horticultura de Kew Gardens. “No podemos ponerle un precio a algo cuya virtud es precisamente la rareza”.

La noticia se ha dado a conocer gracias a un escueto comunicado de la policía londinense en el que se explica que el robo se produjo entre las 8:30 y 14:55 horas del pasado 9 de enero, es decir, a plena luz del día y sin que nadie se diera cuenta.

“Por la hora en que ocurrió, tuvo que haber sido uno de nuestros visitantes”, certificaba Barley, quien reconocía que había sido un mazazo para todo el personal. “Por desgracia, no tenemos cámaras de vigilancia apuntando a ese lugar”.

El nenúfar minúsculo estaba expuesto en un estanque del invernadero del Príncipe de Gales, donde se le echó en falta ese mismo día al cerrar las puertas al público.

La Nymphaea thermarum, descubierta en 1987 por el botánico alemán Eberhard Fischer, crecía hasta hace dos años en estado silvestre en Mashyuza, al suroeste de Ruanda, pero la sobreexplotación de manantiales que alimentaban su hábitat ha llevado a la desecación de la zona, de ahí su valor científico.

Se trata de una planta minúscula (apenas un centímetro de diámetro) con flores blancas con estambres amarillos que se abren por la mañana y se cierran al atardecer. Fischer logró preservarlo en el jardín botánico de Bonn, y gracias a un intercambio de plantas, llegó a los estanques del Real Jardín Botánico de Kew, en Londres.

Gracias al gijonés Carlos Magdalena, que descifró las claves para la multiplicación de la especie en 2009, se consiguió que la colección de nenúfares enanos floreciera por primera vez, replicando en el invernadero su hábitat natural, en un ambiente húmedo al borde de un manantial de aguas termales.

Su pervivencia en el Jardín Botánico londinense es vital para la posible reintroducción de la planta en Ruanda.

Fuente http://www.elmundo.es/ciencia/2014/01/15...
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