Hallerbos, el bosque azul

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Justo en la frontera de Flandes y Valonia, la invisible frontera interior que divide Bélgica, se encuentra uno de los rincones más bonitos del país: Hallerbos, el bosque azul. Allí, desde finales de abril hasta principios de mayo una alfombra de jacintos azulados y ajos de oso tapizan el suelo, dando lugar a un paisaje cautivador natural que atrae a gran cantidad de viajeros hasta este bosque de hayas de apenas 550 hectáreas.

La alfombra de campanillas que cubre cada rincón del bosque con infinitas tonalidades de colores azules y violeta, combinada con la densa niebla que a menudo impregna la atmósfera, crea un paisaje misterioso que ha suscitado millones de leyendas en las que no faltan, como no, apariciones de fantasmas.

Hallerbos fue hace muchos años parte del Bosque de Soignes, el mayor bosque de hayas de Europa, que se extiende sobre la parte sur de Bruselas. Durante la Primera Guerra Mundial, este bosque fue arrasado por los bombardeos y solo se pudieron salvar algunos viejos robles y hayas. Después de los esfuerzos de reforestación de la década de los 50, inició su lenta recuperación. Sin embargo, indiferentes a la barbarie humana, los jacintos bluebell salvajes, han seguido floreciendo cada primavera, con o sin árboles.

El bosque es el lugar preferido de miles de fotógrafos y además de su singular flora cuenta con una fauna notable en la que destacan ciervos, variadas especies de pájaros, ardillas, ranas y sapos y algunas parejas de buitres.

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