¿Cómo se forman los diamantes?

Los diamantes tienen un gran peso en la cultura occidental; en parte, gracias al archiduque Maximiliano de Austria, que le ofreció un anillo de compromiso hecho de diamantes a María de Bergoña el año 1477. No acabaron de ser un objeto de lujo y deseado por aquellos amantes de la joyería hasta que De Beers hizo suya la popular frase «diamonds are forever» (los diamantes son para siempre). Desde entonces, se ha convertido en el accesorio clave para una buena propuesta de matrimonio. Así que, siendo un material tan deseado, es importante conocer de dónde viene.

Los volcanes

Los diamantes que se forman bajo la superficie de la Tierra están formados por rocas ígneas dentro de tubos verticales, ya sea en el manto o en zonas de suducción, donde dos placas tectónicas se unen y una es empujada hacia abajo.

Casi todos los diamantes encontrados se han formado bajo el manto terrestre, con una gran cantidad de presión y con temperaturas tan altas que limitan mucho las zonas donde se pueden crear. Estos, por ejemplo, han de estar al menos a 150 kilómetros de profundidad y a temperaturas de a 1.050ºC. De vez en cuando, las erupciones volcánicas empujan estas piedras preciosas hacia la superficie a través del magma, pasando a traves de lo que se llama zona de estabilidad del diamante, rompiendo trozos de roca conocidos como xenolitos y transportándolos.

La kimberlita, un tipo de mineral volcánico, es un indicador para los buscadores de oro. Pero lo más fascinante de este material es que puede atrapar, en su formación, agua u otras sustancias profundas. Esto da pistas a los geólogos de lo que existe muy por debajo de la superficie de la Tierra; de hecho, un artículo publicado recientemente en la revista Science informa del hallazgo de un tipo súper denso de hielo cristalizado dentro de un diamante. Este tipo de hielo, por el momento, no se encuentra en ningún otro lugar de la Tierra, pero puede ser común en otras partes del Sistema Solar, como en la luna de Júpiter, Europa.

Cerca de la corteza

La segunda forma en que se forman estas piedras preciosas es en las zonas de subducción, que se crean por una colisión de placas tectónicas. Cuando dos placas se juntan y una fuerza a otra bajo ella, se acumula una gran presión y temperatura. Aquí, los diamantes se forman mucho más cerca de la superficie de la Tierra, a unos 80 kilómetros. Las temperaturas pueden alcanzar alrededor de 200ºC.

Las placas oceánicas, debido a su alta densidad, son más propensas a tener subducción y, dado que a menudo llevan rocas con alto contenido de carbono (e incluso restos de vida vegetal anterior), es mucho más probable que se formen diamantes. Como se encuentran pocos en la superficie, y las que aparecen son pequeñas, ninguna operación comercial busca este tipo de depósitos.

En el espacio

Los meteoritos son buena ufuente de nanodiamantes. Estos son minúsculos, cada uno de apenas unas pocas milmillonésimas de mtro de ancho. Se encontró un gran número de estos por investigadores del Smithsonian dentro del meterito Allen Hills. Los científicos de la NASA también han descubierto nanodiamantes en otros meteoritos.

Se puede encontrar grandes cantidades de carbono en estas rocas de origen espacial, y alrededor del 3% generalmente está compuesto de diamantes microscópicos. Se cree que estas rocas se formaron durante las colisiones con asteroides y otros cuerpos celestes. Desafortunadamente, los nanodiamantes son demasiado pequeños para su uso industrial o comercial, al menos actualmente.

Por impactos de meteoritos

La última forma en la que se pueden producir diamantes es cuando un asteroide golpea la Tierra, debido a la alta temperatura y a la presión que forma cuando impacta. Se han encontrado pequeños diamantes en muchos sitios tras los impactos de asteroides, como el cráter Popigai en el norte de Siberia o el cráter Meteor, en Estados Unidos.

Fuente Big Think
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