Escuela sexual rusa busca sede en España

En la escuela de sexo oral Seks.rf acuden a diario mujeres que quieren aprender a ser mejores en la cama. Un equipo de seis profesoras dirigidas por la psicóloga y sexóloga, Ekaterina Liubimova, les enseñan cómo mantener a un hombre contento y adicto a ellas. Incluso a «cómo despertar sus más bajos instintos”. Juntas aprenden a hacer mejores felaciones, a disfrutar del sexo anal, a estimular el punto G, a practicar sexo tailandés o a moverse mejor en la cama.

La escuela cuenta con doce asignaturas cuyas clases, en torno a los 100 euros, duran aproximadamente tres horas y media. Cada mujer puede matricularse en las asignaturas que prefiera, aquí no existen miedos ni pizarras ni cuadernos, sólo muñecos, lubricantes, consoladores y un ambiente agradable y desenfadado en donde no está permitida la entrada a hombres, teléfonos móviles o cualquier dispositivo electrónico que permita reproducir las clases. Porque en definitiva se trata de que “se sientan cómodas y huyan de los tabús”, según su directora.

Ekaternina Liubimova comenzó las clases en un principio de manera informal hasta que hace casi dos años abrió el centro bajo el lema “Tolka Praktika” (sólo práctica) y ya cuenta con dos sucursales, San Petersburgo y Moldavia, y pronto abrirán cinco franquicias más. Gracias al éxito que están teniendo se están planteando ampliar mercado hacia países como España por las similitudes en los gustos sexuales según la flamante directora del centro.

Esta escuela de sexo está rompiendo moldes en una sociedad como la rusa gobernada actualmente por una ola de conservadurismo y en donde se han llegado a plantear no sólo la prohibición de propaganda gay sino también cualquier mención al sexo oral o “prácticas no tradicionales”.

Y es que el sexo oral siempre ha resultado “conflictivo”. Ya en el Antiguo Egipto, según los historiadores, se practicaba sexo oral, de la misma manera, que la felación y las orgías eran comunes en las antiguas Grecia y Roma. Sin embargo, nunca ha gozado de buena reputación. Incluso hoy en día está prohibido por muchas religiones que lo condenan como una práctica antinatural e inmoral e incluso su práctica puede tener consecuencias legales principalmente en países del mundo islámico.

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