Las salas de escape, una forma emocionante de fomentar la felicidad

Quedarse atrapado en la guarida de un asesino en serie, penetrar en un laberinto subterráneo habitado por criaturas extrañas, resolver un importante enigma… son algunas de las situaciones que a menudo aparecen en las películas de aventuras pero que raramente hemos experimentado en nuestras propias carnes. La mayoría de personas estamos condicionadas por nuestras tareas cotidianas y las sorpresas y emociones fuertes son, generalmente, escasas.

Nuestro tiempo libre lo invertimos en videojuegos, redes sociales u otros entretenimientos que nos aislan en nuestras casas. Todo ello convierte nuestra vida en algo rutinario y, a su vez, compromete nuestras relaciones sociales. Es por ello que algunos lugares nos ofrecen la oportunidad de vivir experiencias intensas que nos permiten alejarnos de nuestras rutinas y fomentan el trabajo en equipo. Hablamos de las Salas de Escape, un nuevo juego que ha traspasado la pantalla del ordenador para acercarnos, un poco más, a la realidad.

¿Qué es una Sala de Escape?

Una Sala de Escape o Escape Room es un juego que consiste en encerrar a un grupo de jugadores en un espacio ideado para para resolver un enigma. Los jugadores deberán poner a prueba su ingenio para solucionar rompecabezas, investigar, obtener combinaciones u objetos, encontrar llaves… y poder escapar antes de que el tiempo finalice (normalmente, 60 minutos). Cada juego puede estar ambientado en un escenario completamente diferente.
La idea nació en Silicon Valley, en 2006, cuando un grupo de programadores crearon un videojuego virtual
inspirado en los cuentos de Agatha Christie. En dicho juego un equipo de jugadores tenía que resolver un enigma en un tiempo determinado. Poco después, en el 2008, el director japonés de cine anime Takao Kato creó el Real Escape Game, llevando la idea virtual a una sala de juego real. Más tarde el húngaro Attila Gyurkovics crearía un juego llamado ParaPark ambientado en casas y edificios abandonados de Budapest, donde un grupo de personas tenían que buscar la forma de salir de una habitación en un tiempo limitado. Poco después, las Salas de Escape se popularizarían por el resto de Europa.

Terror, misterio, acción o comedia

Las Salas de Escape ofrecen la oportunidad de vivir experiencias emocionantes. Algunas situaciones son
intrigantes, otras, más bien terroríficas. Así pues, podemos encontrarnos en una casa encantada donde ocurren cosas extrañas; se oyen gritos desesperados en mitad de la noche, las luces se encienden y se apagan, la gente desaparece y los objetos cambian de sitio… y si queremos salir de la casa deberemos desvelar el enigma.
También podemos formar parte de un servicio de inteligencia que trabaja para encontrar unos documentos que podrían cambiar la Historia de la humanidad o quedarnos atrapados en la guarida de un asesino en serie… Las posibilidades de las Salas de Escape son infinitas.

Los espacios se adaptan a la temática del juego. Mobiliario, decoración, iluminación… todo ello ayuda a recrear un escenario verosímil. En algunas salas se incluyen actores, música y/o sonidos, perfectamente coordinados entre ellos y en consonancia a las circunstancias del juego. En un momento de máxima tensión la música se intensificará, y si entramos en una habitación en la que se esconde un asesino es posible que las luces se apaguen… De algún modo es como formar parte de una película de suspense.

Actualmente, empiezan a aparecer salas en las que el objetivo ya no es escapar con vida (género terror) de una sala cerrada, sino cumplir un objetivo en un tiempo determinado. Algunas incluso incorporan un poco de humor, aunque todas tienen algo en común: requieren trabajo en equipo e ingenio.

Flow y trabajo en equipo

Attila Gyurkovics, pionero de las Salas de Escape en Europa, se basó en la Teoría del Flujo del psicólogo húngaro Muhály Csíkszentmihályi, conocido por sus investigaciones de la Teoría positiva. Según la teoría del flujo, las personas somos más felices cuando estamos «fluyendo», es decir, cuando estamos inmersas completamente en una actividad productiva. En ese momento estamos motivados y percibimos cierta sensación de gozo, compromiso y habilidad. Claro que si la tarea es demasiado fácil o demasiado difícil no podremos fluir. Tiene que haber un equilibrio entre el desafío de la tarea y la habilidad de quien la realiza.

En una entrevista para la revista Wired, Csikszentmihalyi describió el fluir como «el hecho de sentirse completamente comprometido con la actividad por sí misma. El ego desaparece. El tiempo vuela. Toda acción, movimiento o pensamiento surgen inevitablemente de la acción, del movimiento y del pensamiento previos, es como si estuviéramos tocando jazz. Todo tu ser está allí, y estás aplicando tus facultades al máximo.»

Y en ese momento en el que tiempo vuela y todo fluye, interaccionamos con otras personas. Es por eso que familias y grupos de amigos acuden a las Escape Room para fortalecer vínculos, viviendo una auténtica aventura separados de sus móviles. Algunas empresas ven en las Escape Room, una forma de fomentar el trabajo en equipo y estimular la actividad mental. En estas salas los trabajadores aprenden a apreciar las capacidades de sus compañeros y a trabajar en equipo en situaciones de estrés. Así pues, no es extraño que las Escape Room sean una tendencia de ocio creciente y que cada vez sean más las personas que deciden dejar a un lado pantallas y móviles para escapar de la rutina y pasar un buen rato con un grupo de amigos, compañeros de trabajo o familiares poniendo a prueba su ingenio.

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