Cuando te enamoras de tu secuestrador

El 23 de agosto de 1973, Jan Erik Olsson intentó asaltar un banco de Estocolmo. Cuando la policía le acorraló, tomó cuatro rehenes a los cuales amenazó contra su vida. Sin embargo, los rehenes acabaron protegiendo a su captor y afirmando que a quienes tenían miedo era a la policía.

El síndrome de Estocolmo es una reacción psicológica en la cual la víctima de un secuestro desarrolla un fuerte vínculo afectivo con su captor. Esto se debe a que el prisionero malinterpreta la falta de violencia por parte del secuestrador como un acto de humanidad.

Las víctimas que experimentan este síndrome demuestran dos tipos de actitudes. Por una parte, tienen sentimientos positivos hacia sus secuestradores, mientras por otra parte, muestran miedo e ira contra las autoridades. Asimismo, los propios secuestradores muestran sentimientos positivos hacia los rehenes.

Las causas que pueden provocar el origen de este trastorno no es más que el interés mutuo por salir ilesos de una situación conflictiva, como sería un secuestro en un banco. Por tanto, secuestrador y secuestrado cooperan.

Por otro lado, el miedo hace que las víctimas hagan todo lo que el secuestrador les pida y tratan de comportarse bien. También, el secuestrador se tiene que mostrar como «una persona amable» para evitar situaciones de conflicto con el secuestrado.

 

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