La cocaína tranquiliza al pez cebra

Investigadores en Suiza han descubierto recientemente que, cuando el pez cebra recibe cocaína, ésta no pasa por sus cerebros y se acumula en sus ojos. Aunque esto no pueda sonar como algo increíble, en realidad podría tener un gran impacto en la forma en que las drogas se estudien en el futuro.

A pesar de que el pez cebra no tiene demasiado en común con los humanos, por lo menos son vertebrados, y por lo tanto tienen un sistema nervioso central con el cual pueden jugar los científicos, probando todo tipo de medicamentos experimentales. Como tal, a veces se les utiliza como conejillos de indicas, particularmente cuando los investigadores quieren observar los efectos de sustancias psicoactivas.

Sin embargo, como escriben los expertos en la revista Toxicological Sciences, algunas sustancias (en este caso, la cocaína) no tiene el mismo efecto en el pez cebra que en los mamíferos. De hecho, esta droga actúa principalmente en el cerebro cuando es tomada por aquellos que habitan la tierra firme, sin embargo, en el pez cebra se le dirige directamente a los ojos. Esto significa que los datos obtenidos mediante peces pueden no ser relevantes para los humanos, lo que excluye el utilizar ciertas especies marinas para estudiar las drogas.

Para realizar la investigación, el equipo construyó un tanque contaminado con diversas cantidades de cocaína y colocó larvas de pez cebra; después, mediante un observador de espectrometría fueron capaces de observar dónde se acumulaba el fármaco. Sorprendentemente, se encontró que sólo una pequeña cantidad terminó en el cerebro, y que las concentraciones masivas, suficientes para matar a una persona, se acumulaba en los ojos.

Aunque los investigadores no saben porqué ocurre esto, tienen las sospechas que la melanina, que se puede encontrar en los ojos, puede tener algún tipo de atracción química hacia la cocaína.

Por el contrario, cuando la gente toma cocaína (actuando sobre el cerebro), provoca la liberación de neurotransmisores como la dopamina, lo que provoca hiperactividad. Sin embargo, la droga tiene exactamente el efecto opuesto en el pez cebra, haciendo que se vuelvan más tranquilos. Los autores del estudio sugieren que esto se debe a que actúa como anestésico cuando entra en contacto con la piel, las branquias y el sistema nervioso periférico.

El coautor del estudio, Kristin Schirmer, explico en un comunicado que «si queremos tener un mejor conocimiento de los efectos de estas sustancias en el ecosistema, necesitamos una comprensión detallada de los procesos de captación a través del agua, que son bastante diferentes de cuando los medicamentos se inhalan o se inyectan».

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