El pez que degusta con las patas
¿De qué pez se trata? De los petirrojos marinos. Cuentan con seis apéndices similares a patas. Los hacen hábiles para correr, cavar y hasta degustar presas, al contar con algo parecido a nuestras papilas gustativas. Lo documenta un estudio de la Universidad de Harvard publicado en ‘Current Biology’. El pez que degusta con las patas es muy peculiar.
El investigador Corey Allard se interesó en ellos. Es profesor de Biología Molecular y Celular. Investiga la biología sensorial y la fisiología celular de muchos animales marinos, incluidos pulpos, medusas y babosas marinas.
Evolución reciente
«Los petirrojos marinos son un ejemplo de una especie con un rasgo muy inusual y novedoso», según Allard. «Queríamos usarlos como modelo para preguntarnos: ‘¿Cómo se crea un órgano nuevo?'». La Universidad de Stanford colaboró con él. Los artículos aparecen en Current Biology.
Las «patas» de los petirrojos marinos son en realidad extensiones de sus aletas pectorales. Trataron de determinar si las patas son órganos sensoriales genuinos. Realizó experimentos observando a petirrojos marinos cautivos cazando presas. Alternaban entre breves episodios de natación y «caminatas». Ocasionalmente rascan la superficie de la arena para encontrar presas enterradas, como mejillones y otros mariscos, sin señales visuales.
Los investigadores se dieron cuenta de que las patas eran sensibles tanto a estímulos mecánicos como químicos. Incluso enterraron cápsulas que contenían solo sustancias químicas individuales. Y los peces podían encontrarlas fácilmente.
Espejo humano
Los investigadores concluyeron que las papilas son subespecializaciones evolutivas. Se cree que es una evolución relativamente reciente de este rasgo. Los peces que caminan son un organismo modelo potencialmente poderoso para comparar rasgos especializados. Nos enseñan cómo la evolución permite la adaptación a entornos muy específicos.
Hace unos 6 millones de años, los humanos adquirieron la capacidad de caminar erguidos, separándose de sus ancestros primates. El bipedalismo es una característica definitoria de nuestra especie. Solo sabemos un poco sobre cómo, cuándo y por qué se produjo ese cambio. Los petirrojos marinos y su adaptación a la vida en el fondo del océano podrían ofrecer pistas.
Por ejemplo, existen factores de transcripción genética que controlan el desarrollo de las patas de los petirrojos marinos. Estos también se encuentran en las extremidades de otros animales, incluidos los humanos. El pez que degusta con las patas es un recuerdo de los primeros tiempos, y un impensado espejo de nuestra evolución.