Uno de los animales más representativos de la Prehistoria es el oso de las cavernas. Podía duplicar el tamaño y altura de los osos pardos actuales: llegaba a los 3,5 metros de longitud. Combatía con los homínidos por las mejores cuevas, y se sabe ahora algo nuevo acerca de su conducta: los osos de las cavernas eran caníbales.
Huesos de 50 mil años
El artículo científico se publicó en la revista Quaternary Science Review. Participó el Instituto Catalán de Paleoecología, la Universidad Rovira i Virgili, la de Alcalá y la Complutense de Madrid. Estudiaron los restos hallados en la Cueva del Toll en el corazón de Cataluña. Tiene una de las mayores colecciones de huesos de esta especie en la Península Ibérica, ya que se trataba de un lugar de hibernación. Los vestigios datan en más de 50.000 años de antigüedad.
El equipo de investigadores se centró en una modificación vista en muchos de los huesos de los úrsidos. Se trata de una factura denominada como peeling. Se atribuye a humanos y otros primates como los chimpancés. Suele dejar los bordes de los huesos completamente deshilachados. Suele producirse tras presionar las carcasas torácicas, lo que incurre en la rotura de costillas. Se creyó que eran obra de grupos de neandertales que vivían en la zona. Un estudio de campo apunta hacia los propios osos de las cavernas.
Se tomó como ejemplo los osos pardos actuales. los investigadores sometieron a los animales a un experimento. Dejaban el cadáver completo de algún herbívoro en las rutas habituales del mamífero. Las imágenes revelaron que los úrsidos también eran capaces de generar peeling.
«Usan sus patas delanteras como si fueran manos. Presionan y flexionan las cajas torácicas de los animales hasta producir la fractura de algunas costillas». Así lo explica Ruth Blasco, trabajadora del Centro Nacional de Investigación sobre la Evolución.
Despertando a comer
Una revelación que apuntaría a que sus antecesores también realizaban esta técnica. Y no sería de extrañar que lo hiciesen sobre otros úrsidos. «El trabajo de campo muestra que los osos pardos actúan sobre las carcasas sobre todo tras la hibernación. Tal vez, los osos de las cavernas al despertarse del letargo fracturasen las costillas de otros osos muertos en la hibernación», indica Blasco.
Los neandertales también eran consumidores de los cadáveres de osos de las cavernas. «En los restos, también se han observado pequeños cortes en la parte interna de las costillas. Estas marcas eran realizadas por los homínidos cuando procesaban la carne», apunta Blasco.
La revelación de que los osos de las cavernas eran caníbales arroja luz sobre su comportamiento en el Pleistoceno. «Habrá que reconsiderar lo que pasaba en las cuevas», admite Blasco: aquello que se atribuía a homínidos, tal vez lo hicieron los osos.
