La memoria autobiográfica superior. Como viajar en el tiempo
Imagina que te indican una fecha cualquiera de tu vida pasada y eres capaz de describir, a la perfección, los hechos ocurridos ese día con todo tipo de detalles triviales, como, por ejemplo, lo que desayunaste o el tiempo que hacía. Esta habilidad mental puede parecer una ventaja pero lo cierto es que quienes la tienen, la encuentran agotadora y tortuosa. Los expertos la llaman síndrome hipermnésico o memoria autobiográfica superior y su síntoma más significativo consiste en una inusual capacidad para asociar fechas a hechos de forma automática.
Los que padecen este síndrome, a partir de un momento concreto de su infancia o juventud (generalmente durante la pubertad), pueden describir con pelos y señales cada instante de su vida, saben al dedillo en qué día de la semana cayó una fecha concreta del calendario, qué hicieron en esa jornada y las noticias que leyeron en el periódico de entonces.
Quienes tienen memoria autobiográfica superior son incapaces de olvidar. Sus recuerdos irrumpen en su mente de forma involuntaria, sin necesidad de evocarlos o concentrarse en ellos.
Para los hipermnésicos la vida puede llegar a ser una verdadera tortura. Los recuerdos aparecen de forma automática e incontrolable en su mente. De hecho, ocupan gran parte de su tiempo en rememorar el pasado y eso les impide centrarse en las tareas cotidianas de sus vidas.
La cantidad de información que pueden retener estas personas es tan grande que realizar las cosas muy básicas y simples, como leer un libro (por el hecho de que cada cosa que leen les evoca lecturas pasadas y otras experiencias que les distraen) requiere un esfuerzo muy grande. Eso se convierte en un lastre obsesivo que les impide encarar libremente el presente.
La singularidad de la hipermnésia (también llamada hipertimesia) dificulta investigar su origen y tratamiento. En total se han reportado unos 20 casos, de los cuales el primero fue Jill Price, la persona que inició la historia de este síndrome:
En el año 2000, esta mujer de Los Ángeles, que por entonces contaba con 34 años, contactó, en su búsqueda de ayuda por Internet, con James McGaugh, neurobiólogo de la Universidad de California.
Price remitió al investigador un correo electrónico en el que le narraba su insólita habilidad, que le permitía conservar recuerdos de su más tierna infancia y almacenar en su cerebro, con todo lujo de detalles, cada día de su vida desde el 5 de febrero de 1980 (cuando tenía 14 años).
Según explicaba, los recuerdos del pasado no le surgían cuando deseaba recordar algo conscientemente, sino que, literalmente, la avasallaban cada vez que tropezaba con una fecha. A primera vista, muchas personas soñarían con poseer un don semejante, pero lo cierto es que a Price le resultaba una carga.
Las emociones que sentía Jill al recordar cosas malas, la preocupaban y alteraban”, dice McGaugh.
Con cierto escepticismo, el neurocientífico decidió investigar este fenómeno. Si bien otros ya tenían una memoria superior a la hora de recordar largos listados de números (como es el caso del síndrome del sabio), Price estaba dotada de un tipo de memoria que él jamás había visto.
Las primeras pruebas de la investigación incluían el estudio de la corteza prefrontal del cerebro y de las habilidades cognitivas. Según estas pruebas, Price tenía una corteza prefrontal poco desarrollada, una característica habitual en las personas con autismo, hiperactividad, trastorno obsesivo-compulsivo o síndrome de Taurette.
El área prefrontal se encarga de la función ejecutiva, que hace referencia a la capacidad para establecer distinciones entre pensamientos conflictivos, realizar juicios acerca del bien y del mal, predecir las consecuencias futuras de actividades actuales, trabajar conforme a metas determinadas de antemano, realizar predicciones de resultados, creación de expectativas, y control social.
En relación a las pruebas de inteligencia y habilidades cognitivas, los resultados revelaron que los otros tipos de memoria y el coeficiente intelectual, eran completamente normales. Su memoria era muy específica y consistía, únicamente, en relacionar fechas con acontecimientos vividos.
Este caso despertó la curiosidad de McGaugh que decidió dedicarse a buscar a más personas con este síndrome para investigar la curiosa habilidad mental con mayor profundidad. En total pudo reclutar a 10 voluntarios con memoria autobiográfica superior, que fueron comparados con un grupo control (sin este trastorno). Todas estas personas fueron sometidas a tomografías por resonancia magnética con el objetivo de estudiar su estructura cerebral e inteligencia.
Los resultados de las pruebas de inteligencia fueron completamente normales; en algunas aspectos, incluso, bajos. ¿Como se explica? Según investigaciones anteriores en el campo del cerebro olvidar es necesario para evitar que los numerosos detalles cotidianos dificulten la recuperación de experiencias importantes y debiliten la capacidad de la mente para hacer abstracciones.
“No es que sean aprendices aventajados”, dice McGaugh, “es que son muy pobres en el olvido. Y Hace mucho tiempo que los investigadores consideran que el olvido es adaptativo”.
Otras diferencias clave: la mayoría eran zurdos, y tendían a presentar comportamientos obsesivo- compulsivos. Evitaban por ejemplo, comer con los cubiertos de un restaurante o tocar los pomos de las puertas por miedo a contaminarse con gérmenes.
También encontró algunas diferencias a nivel de estructura cerebral. La más significativa en el polo temporal, que estaba especialmente desarrollado. Curiosamente, en la zona del polo temporal se encuentra el fascículo unciforme izquierdo, una vía que conecta el hipocampo y la amígdala con la corteza frontal y cuyo daño está ligado al deterioro de la memoria autobiográfica (según estudios anteriores sobre la amnesia).
Así que esa extraordinaria memoria se atribuyó en parte, a una cantidad anormalmente grande de conexiones cerebrales en el polo temporal.
También fueron evidentes diferencias en el núcleo caudado y otras áreas implicadas en trastornos obsesivos compulsivos (como la corteza prefrontal). Esto podría explicar sus tendencias obsesivas.
Aún no está claro si estas diferencias son la causa o la consecuencia de esta capacidad. Según el neurobiólogo, el uso regular de una habilidad excepcional transforma el cerebro.
Así que tendremos que esperar para entender las claves y los detalles de esta extraordinaria capacidad. Jc Gaugh seguirá trabajando en ello y nos mantendrá informados de sus avances.
De momento, sabemos, que los hipermnésicos, pueden acceder al pasado de una forma muy diferente a la forma en la que accedemos la mayoría de las personas. Ven, oyen y sienten lo que vivieron en un pasado muy lejano.
Tal y como describe Price:
«Es casi como viajar en el tiempo”