La filosofía de la Navaja de Ockham

Y por qué es útil recordarla hoy

Este es un mundo caracterizado por la complejidad y la sobreabundancia de información. Por eso, la búsqueda de explicaciones claras, sencillas y concisas se vuelve una tarea esencial. Por eso nos conviene recordar la filosofía de la Navaja de Ockham.
Es una corriente de pensamiento iniciada el siglo XIV de la mano de un monje llamado Guillermo de Ockham. Afirma que, ante varios razonamientos en igualdad de condiciones, la explicación más simple suele ser la más probable. A esa idea se la conoce actualmente como la filosofía de la Navaja de Ockham. Es una herramienta filosófica con un poder transformador en la manera en que se aborda la comprensión de la propia realidad. Enseña que, a menudo, la verdad se encuentra en la simplicidad. Para entender la realidad, a veces es conveniente simplificarla primero.

La filosofía de la Navaja de Ockham nos sirve en los tiempos de hoy.
La filosofía de la Navaja de Ockham nos sirve en los tiempos de hoy.

Anti Platón

Adquirió el título de la “Navaja”, haciendo referencia a como Okcham afeitaba con ella las barbas de Platón. Contraponía la filosofía simple de Ockham y los pensamientos cargados de entidades de Platón. Se resumen en algo sencillo. ¿Qué hacer cuando hay múltiples explicaciones para un mismo fenómeno o problema? La explicación más simple será generalmente la más probable. Esto no quiere decir que será siempre la correcta. Pero sugiere considerar razonamientos más complejos solo si es indispensable.
Imagina que descubres la aparición de unas luces de colores en el cielo. ¿Cuál es la explicación más simple? Podrías pensar en naves extraterrestres o en un fenómeno atmosférico desconocido. O, simplemente, una exhibición de fuego artificiales. La Navaja de Ockham aconsejaría entonces que consideraras la explicación más sencilla. Es la que no necesitaría la introducción de conceptos más complejos o desconocidos.

Nos recuerda que no siempre necesitamos buscar las respuestas más insólitas para un problema o fenómeno.
Nos recuerda que no siempre necesitamos buscar las respuestas más insólitas para un problema o fenómeno.

Simplificando

Ese pensamiento se aplica en la investigación científica. Allí se conoce como principio de parsimonia. El ejemplo más claro de este planteamiento en el ámbito de la biología es en la teoría de la evolución de Darwin. El principio de parsimonia hace poco probable la teoría del diseño inteligente, que postularía la existencia de un creador divino. ¿Por qué? Porque requiere la aparición de más entidades y suposiciones mucho más complejas. Y por lo tanto, mucho menos probables.
Probablemente, en estos tiempos, Okham tendría las cosas más difíciles. Pero recordarlo nos sirve para saber que, a veces, no es necesario buscarle tres pies al gato.

Fuente La Navaja de Ockham o cómo la explicación más simple suele ser la más probable
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